Recuerdos de Ricardo Martínez (hondureño)
Mi primer recuerdo es de Ginard (como nos llamábamos por el apellido, así nos tratamos siempre con él) como Músico. Cuando yo era Novicio él era el organista, y yo lo admiraba sobremanera. Pero mi mayor recuerdo en esta área es lo que hizo con una composición a 4 voces que hice: yo la dirigí en Espluga, quedando satisfecho con el resultado. Entonces fue cuando el Teologado se traslado a Vallvidrera y él (que iba 3 años adelante) fue para allá. Mi sorpresa fue que, cuando llegué yo a Vallvidrera estaban ensayando, dirigiendo él el coro, esa mi composición (“Oh Honduras”)…y era 20 veces superior a lo que yo había hecho! Tenia realmente una sensibilidad musical superior.
Recuerdo que cuando, ya sacerdote, lo destinaron a Honduras junto con los compañeros Vendrell, Alcobé y Suñer , les hice la siguiente poesía (si es que es digna de tal nombre):
Tenéis el alma mojada
de lágrimas de madre
las estrujasteis
y las gotas que cayeron
las pusisteis en el cáliz.
…Y en medio de las ciudades
o en una choza lejana
entre cantos de avecillas
-en lugar de la campana…-
Id, hermanos,
Cristo os llama.
(Bueno, puse solo dos estrofas, para no aburrir).
Ya en Honduras, recuerdo que estuvo presente en mi ordenación. El había estado a cargo del coro de la Catedral, en el cual cantaba mi esposa, la que siempre lo recuerda con mucho cariño. Pero para entonces lo habían destinado a La Ceiba, estando a cargo del colegio que teníamos allí. Recuerdo que cuando me tocaba pasar por allí, su costumbre era, ya al atardecer, llevarme “a dar vueltas” (a pasear) en el coche por la ciudad, que no es, ni era, muy grande.
Ya los dos casados, seguimos nuestra amistad. En el estudiantado él hacía “a escondidas” radios de galena (unos que no necesitaban electricidad, funcionaban sólo contactándolos con un grifo), y eso le sirvió pues estuvo a cargo del Departamento de Reparaciones de la Phillips de aquí. Tuvo mucho éxito haciendo que se trabajara bien y con orden.
Tuvimos el gusto de conocer a Bertita, su esposa, y a su primera hija, Aina.
Hace pocos años renovamos algo nuestro contacto, merced al internet, pero lo perdí al entrar los ladrones en mi casa y robarme la computadora.
Me dolió mucho su muerte, perdí un gran amigo y el mundo perdió una gran persona.
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Soy la esposa de José Torrenns, ub buen amigo de Juan Ginard. Tenemos un buen recuerdo de su persona. Lo conocí con su hijita Aina muy pequeñita. Vivía en una finca de pisos, vecino de unos tíos mios que sufrieron la pérdida de un hijo de 24 años en accidente de moto. Estuvieron muy unidos. En su pueblo natal siguió con su labor de músico en la iglesia.Seguro que en el cielo forma parte, si no es el director, de un coro de ángeles.