EL P. JOSÉ BARCELÓ NOS HABLA DE ÉL

Jesús González Capel me pide una relación  o  biografía breve sobre el P. Juan Civit, y con sumo gusto lo hago, pues estuvimos los dos en la querida Honduras trabajando por la causa evangélica. Creo que su humilde existencia merece ser conocida y mucho más.

El P. Juan Civit nació el 21 de Mayo de 1933, en Blancafort, pueblo de la Provincia de Tarragona. Sus estudios para ser misionero los desarrolló, la primaria en la Escuela apostólica de Bellpuig, el Noviciado en Espluga de Francolí, terminando sus estudios superiores en Vallvidrera, centros de formación vicenciana.

El 25 de marzo de 1960 fue ordenado de Diácono, y el 29 de junio de Sacerdote. Su primera misa, al día siguiente, en la Capilla de Vallvidrera, se vio enlutada por la triste muerte de su buena y querida madre. Comenzaba el dolor  de su edad madura.

Unos dos años después, en diciembre de 1962, era destinado al Vicariato, hoy Diócesis de San Pedro Sula-Honduras, C.A., llegando el 23 de febrero de 1963 a Tegucigalpa, pasando luego a San Pedro Sula.

Pletórico de juventud, con serenidad y celo misionero, se lanza a la misión encargada en la parroquia de San José de Medina, San Pedro Sula, con los barrios adyacentes, aldeas, Chamelecón…, trabajando como vicario, con esfuerzo e ilusión. En agosto de 1965 es enviado como párroco en el entonces pueblo, hoy ciudad de Choloma. Prosigue con su labor callada y sacrificada, sencilla y constante. Visita con frecuencia sus numerosas aldeas en jeep, montado en bestia…

En febrero de 1971 pasa como párroco de Cofradía, y ahí aún más viaja por peligrosos y difíciles caminos montañosos, hasta llegar a los lugares muy remotos, siempre para atender a los buenos y humildes cristianos de las montañas de Bañaderos, Naco, Manchaguala, Buena Vista, La Laguna… Era de verdad un misionero trabajador, práctico, callado, responsable; “un manitas”, ingenioso y experto en manualidades. No era un intelectual. De carácter humilde, modesto, servicial, fácilmente disponible, sin vanidad ni presunción.

En 1987 lo encontramos de Vicario en la parroquia de San Vicente de Paúl, en S. Pedro Sula, de donde ya no saldrá sino para regresar a España con grave y dolorosa enfermedad en 2004.

Comenzaba a ser misionero de otra forma, mucho más dura y dolorosa. Medicina tras medicina no logra mejorar. Pasa a la Residencia de Vallvidrera-Barcelona, para misioneros enfermos, donde es atendido con gran cuidado por las Hijas de la Caridad. Va perdiendo todas sus facultades, pasando en cama la mayor parte del tiempo, alimentado con líquidos… ¿Estaba conciente-inconsciente? Calladamente sufría, no hablaba, y así un día y otro día… Sólo cuando llegaba algún visitante y le recordaba su trabajo misionero, en Honduras, abría los ojos y sonreía. Toda una vida apostólica fecundada por el sufrimiento.

Mártir del dolor y la paciencia, del padecer en silencio; ni una réplica, ni un lamento, ni una súplica, ni una sola palabra. Job callado.

Un viernes santo prolongado… Su gravedad, siempre mayor, preanunciaba siempre la muerte, pero era detenida por el gran cuidado fraternal de las Hijas de la Caridad, alargando su existencia…

Y así ocho años… Al fin la enfermedad venció a la vida:, era el 26 de Julio pasado, de 2012. ¡Qué maravilloso cielo le esperaba a este oscuro hijo de San Vicente de Paúl!

P. Josep Barceló, C.M.

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