En Toni ens fa aquesta introducció aclaridora sobre aquest poema: “aquest poema és una primícia, perquè encara no ha vist la llum dels lectors. Esper que agradi tant com va agradar la glossa, fet del qual n’estic ben content.Aquest poema és en castellà, perquè el castellà m’agrada i així em va sortir”.
Estás ante la tele. De repente oyes que el carillón toca horas de alta noche. Te vas a la cama y entonces… la noche adormece el cuerpo y despierta el alma.
Aparecen los sueños y ella, transita por parajes incoherentes donde la razón y los objetos se distorsionan.
Tu casa es un convento, cohabitada por frailes rezando a maitines.
Tus familiares son caperuzas irreconocibles de semana santa.
Tu coche discurre sobre dos ruedas por el borde de un precipicio.
Un día de campo, te acerca familiares muertos. Intentan compartir la comida. De pronto se levantan y se van sin dejar rastro.
Un valle, una ermita y un viejo reloj, te adentran en las horas de la noche, entre las cuales sobresale una, la una. Misteriosa, interrogativa, punzante, solitaria.
SOLITARIA CAMPANADA
Solitaria campanada, la una
de un viejo reloj de ermita y de luna
convocando a abedules y cipreses
a escuchar del arado, la mula y los arneses,
abrir cruento surco una y cien veces
para enterrar semillas y arideces,
en tierra horneada por el sol.
Siguiendo su destino y su rol,
¿Quién sabe del sol y sus rojeces?
más que las encinas de eriales
rebosando frágil fruto,
dando sombra y manjar a comensales
que gruñen de placer entre esputos,
ajenos a dagas sin escrúpulos
que harán de su carne tan sabrosa
reina de estómagos, apetitosa.
Solitaria campanada, la una
rompe la paz del rincón yermo
liviana hace la estancia, hace la cuna
dando curativo sueño al niño enfermo.
La ermita sabe a gusto de domingo
la ermita sabe a gente convincente,
que espera baje Dios, quien complaciente
regale con sus dones, los presentes.
Jolgorio se oye por los aledaños
del valle, que retumba con la fiesta,
incapaz de aletargarse en la siesta,
incapaz de morir año tras año.
El día se esconde tras la duna
el sol se duerme tras los matorrales,
la ermita solitaria, a raudales
regala campanadas de la una.
Septiembre 2012
Antonio Amengual Amengual
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